Dudas ¿Razonables?
En
la vida secular, cuando estamos frente a una adversidad, la duda no parecería
ser la respuesta sensata para salir bien librado de cualquier mala situación
que estuviésemos atravesando, lo mismo sucede en nuestra vida religiosa, la
duda suele llegar cuando no tenemos perfectamente en claro cual es el verdadero
poder del Dios en el que creemos y confiamos; y eso sucede por darle atributos que
como humanos nos pertenecen. Cierto es, nos resulta imposible llegar a imaginar
algo que sobrepasa por tanto los límites de nuestro pensamiento, y aunque nos
cueste entenderlo, así sucede con Él. (Porque mis pensamientos —dice
Dios—
no son vuestros pensamientos –Isaías
55: 8 –RV–) De ahí la necesidad del hombre, a lo largo de la historia, de erigir
ídolos para convertirlos en sus dioses; inútiles y mudos monumentos de piedra
con supuestos atributos mágicos, formados en la tan humana necesidad de ver
para creer.
Hemos
sido pecadores, grandes pecadores y la duda está allí para martillarnos en la
cabeza ¿Dios habrá perdonado este pecado o aquel, tan grande y tan terrible? ¡Sí,
los ha perdonado si realmente y con sinceridad nos hemos arrepentido de ellos! El
dijo que nuestros pecados fueron echados al olvido (Y nunca más me acordaré de sus
pecados y maldades. Hebreos cap. 10
verso 17), pero la duda insiste
y nos atormenta al punto, muchas veces, de renunciar a la vida nueva que Cristo
nos prometió, de abandonar las reuniones o dejar de aprender de Él. Dudar de
nuestro perdón es dudar también de nuestra salvación y ¿Quién creen que se
ocupa de colocar tantas dudas en nuestras cerradas cabecitas? ¿Quién está allí,
metido entre nuestros pensamientos para decirnos una y otra vez? “Eres un verdadero
inútil”, “Dios no te oye”, “Eres la vergüenza de la Iglesia”, “Nunca serás
nadie ni para Dios ni para los que contigo se reúnen”, él tiene un nombre: Satanás, el diablo, por quién todos
somos pecadores y la razón de nuestra caída; este caradura bueno para nada pretendió
sembrar la duda en el corazón de Jesús, tentándole a caer durante su largo
ayuno en el desierto después de ser bautizado por Juan el Bautista y antes de
comenzar con su ministerio. Si a Él se atrevió, cuanto más a nosotros.
Me
gustaría que presten especial atención a este asunto de Satanás y Jesús, lo
encontramos en el libro de Lucas cap. 4
verso 13: El diablo le puso a Jesús todas las trampas posibles, y como ya no
encontró más qué decir, se alejó de Él por algún tiempo.
Estamos
hablando de Jesús, el Cristo, el hijo del Dios Altísimo, nuestro salvador y
Señor, y el diablo se alejó de Él solamente
por algún
tiempo.
Satanás
estará siempre allí, demasiado cerca de nuestros oídos, pretendiendo ser nuestra
consciencia o uno más de nuestros pensamientos; nos dejará en paz por un
tiempo, pero regresará, sí que lo hará, es su trabajo, lo hace bien y a jornada
completa. Señor de la confusión, la duda y la mentira; conoce nuestras
debilidades y se sirve de ellas para hacernos caer, le alcanza con sembrar una
duda en nuestro corazón y esperar, y muchas veces, porque sus armas son muchas,
recurrirá a un mensajero para hacernos llegar el mensaje que quiere que oigamos
o él mismo se vestirá de ángel de luz con la intención de confundirnos.
Veamos lo que dice la biblia sobre esto.
2Corintios 11:14 y 15.
Lo
cual no es extraño. ¡Hasta Satanás se disfraza de ángel de luz, (15) y
también sus ayudantes se disfrazan de gente que hace el bien! Pero al final
recibirán el castigo que merecen por sus malas acciones.
En
2Pedro 3:17.
Queridos
amigos, con esto quedan advertidos. Así que cuídense mucho, no sea que los
engañe la gente malvada y ustedes dejen de creer firmemente en Dios.
Entre
la duda y la fe hay una distancia enorme, en medio estamos nosotros, a veces
tambaleando como borrachos, yendo y viniendo como una hoja echada al viento.
En Hebreos 11:1. Dice: Confiar en Dios es estar
totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de
que algo existe, aun cuando no se pueda ver.
Debemos
afirmar nuestra fe, no dejar un solo resquicio para que la duda entre en
nosotros. Decirlo es fácil, pensarán, pero la respuesta está, para quien quiera
leerla en varios pasajes de la Biblia. Aquí dos ejemplos:
Por
eso, obedezcan a Dios. Háganle frente al diablo, y él huirá de ustedes. Santiago capítulo 4
verso 7.
Esto
fue lo que hizo Jesús en el desierto, estando agotado en sus fuerzas, sediento
y con el hambre propia de cuarenta días de ayuno.
O
como lo dice Pablo en su carta a los Efesios
capítulo 6 desde el verso 10 al 18 inclusive:
Por
lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. (11)
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo. (12) Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de
las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes. (13) Por
tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar firmes. (14) Estad, pues, firmes, ceñidos
vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, (15) y
calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. (16)
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de
fuego del maligno. (17) Y tomad el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; (18)
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en
ello con toda perseverancia… (RV)
Pero para no faltar a
la verdad debemos tener presente algo muy importante, el diablo siempre estará
allí para intentar hacernos tropezar, pero
depende únicamente de nosotros el que cumpla con su cometido, nadie puede
obligarnos a hacer lo malo si no está en nosotros el llevarlo a cabo. En Santiago capítulo 1 verso 13 al 16 inclusive, podemos leer este interesante
pasaje.
13) Cuando ustedes sean tentados a
hacer lo malo, no le echen la culpa a Dios, porque Él no puede ser tentado, ni
tienta a nadie a hacer lo malo. (14) Al contrario, cuando somos
tentados, son nuestros propios deseos los que nos arrastran y dominan. (15) Los
malos deseos nos llevan a pecar; y cuando vivimos sólo para hacer lo malo, lo
único que nos espera es la muerte eterna (16) Mis queridos hermanos, no sean
tontos ni se engañen a ustedes mismos.
Dios
nos ha dado las herramientas para mantener a Satanás lejos de nuestras vidas,
su palabra, nuestra confianza en Él y nuestra capacidad de discernir entre lo
que nos conviene y lo que no, y si aún así nos sintiéramos incapaces de
enfrentar la tentación, (algo que ocurrirá más veces de lo que sospechamos) es la
oración un eficaz recurso; Si el diablo tiene la osadía y por costumbre, el
estar cuchicheando cerca de nuestras orejas, tengamos por seguro que el oído de
Dios está delante de nuestros labios, siempre atento a lo que podamos pedir.
Jeremías 33:3)
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no
conoces. (RV)
Para
quien cree en Dios y conoce su poder, la duda nunca puede ser razonable, en la
duda se fundamenta el miedo y desde el miedo no se libra ninguna batalla.
Josué 1:9)
Yo te pido que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo,
porque yo soy tu Dios, y te ayudaré por dondequiera que vayas.
Es
importante saber en que Dios hemos creído, para eso debemos fortalecernos en
nuestra vida cristiana y en nuestra relación con Él y con su hijo, el Señor
Jesús, nuestro único salvador.
1Corintios 13:11) Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las
cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona
adulta, y todo eso lo he dejado atrás.
Así
es cuando comenzamos el camino, somos como niños y como tales debemos ser
instruidos, pero día a día el Señor nos sorprende con sus maravillas y al fin
descubrimos un Dios como el que conoció Moisés y del que debió reconocer, aunque
le hubiera impedido un poco antes entrar a la tierra prometida, lo siguiente:
Deuteronomio 3:24) He visto tu grandeza y tu poder. Ni en el cielo ni en la tierra hay
otro Dios como tú, que pueda hacer tantas maravillas.
O
como el que le respondió al profeta Jeremías:
Jeremías 32:27)
Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. (Dios habla hoy)
Próxima entrega: Cuando la fe da profundidad a la mirada.
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