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lunes, 25 de agosto de 2014

La Bendición de compartir

Del pan que nos tienes reservado para cada día, danos el de hoy


Dios se ocupa de nosotros a jornada completa y durante todos los días de nuestra vida, y es en su infinito amor que nos hace depositarios de aquello que por Señorío le pertenece; confía en su creación y nos juzga capaces de poder manejar sus asuntos con la honradez que todo padre espera de un hijo amado. Lo sorprendente es que, aun siendo conscientes de que esto es así, hacemos de nuestra propiedad todo lo que a lo largo de la vida nos entrega, y solamente cuando lo recibido nos es requerido entendemos nuestro error de apreciación; ¿Por qué Señor? Preguntamos entonces como si fuera una sorpresa.
Él comparte con nosotros de lo suyo para que lo utilicemos de la mejor manera posible, no para sepultarlo como a un cadáver por temor a perderlo, es a nosotros que nos ha dado la promesa de la resurrección, no así a los talentos que nos ha entregado para bien administrar aquí, en la tierra que ahora mismo habitamos.  
1Juan 3:16 En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. Así también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. (17) Pero ¿cómo puede habitar el amor de Dios en aquel que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano pasar necesidad, y le cierra su corazón? (R-V c)

lunes, 18 de agosto de 2014

Cómo yo los he Amado

Amándonos unos a otros con amor fraternal



1Tesalonicenses 4:9 No hace falta que les escriba acerca del amor que debe existir entre los miembros de la iglesia, pues Dios mismo les ha enseñado a amarse unos a otros.
Nuestra salvación, nuestra muerte y resurrección junto a Cristo Jesús simbolizada en el bautismo, la fe que todo lo hace posible, las obras, con las que confirmamos toda esa fe depositada en Dios y que aseguramos tener, el participar de la cena del Señor, de los ágapes, la esperanza de lo que ha de venir y se manifestará en gloria; sería algo incomprensible para nosotros si no tuviésemos amor. ¿Acaso, como dijera Pablo, no es el amor el que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta? (1Corintios 13:7)
Desde siempre se nos ha enseñado que Dios es amor.

martes, 12 de agosto de 2014

De su Gloria Canta la Creación

Conociendo la gloria de Dios


Habacuc 2:14 Porque así como el mar rebosa de agua, también la tierra rebosará con el conocimiento de la gloria del Señor.
 (Esta y todas las referencias bíblicas que siguen han sido tomadas de la versión contemporánea de Reina Valera.)
Cuando Jesús reprendió a Tomás (Juan 20:27) lo hizo con estas pocas palabras: No seas incrédulo, sino creyente. El discípulo, seguramente avergonzado por su duda, exclamaría un verso después: ¡Señor mío y Dios mío!
Había estado con Él, había comido y bebido con Él, había hablado con Él, también había escuchado sus enseñanzas, participado de sus sermones e incluso había oído más de una vez de lo que, hasta un momento antes, había sido motivo para su incredulidad; lo había visto en Betania librar de las cadenas de la muerte a Lázaro, como del Señor, también su amigo (Juan 11:11); pero no tuvo la fe suficiente para creer que aquel al que sus compañeros habían visto era Él, el Cristo resucitado, quien les daba, con la evidencia de su propia resurrección, las primicias de lo que a todos los que creemos en Él habrá de sucedernos cuando llegue el gran día del Señor, cuando se manifieste en toda su gloria.
No supo ver la gloria de Dios manifestada en el hijo.

domingo, 3 de agosto de 2014

La Gracia de Dios

Porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo

                                                                                                                             Romanos 10:13

Romanos 10:10 Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación. (11) Pues la Escritura dice: Todo aquel que cree en él, no será defraudado. (R-V c)
Tenemos por costumbre ver solo una parte de las cosas y no nos corremos de esta visión si es la que hemos escogido o en la que hemos sido adoctrinados, incluso leemos la Biblia con ese único ojo que parece, tuviéramos. Discutimos si salvos una vez, para siempre salvos, como enseñan unos y esa enseñanza la convertimos en ley, eterna e incuestionable; en tanto otros aseguran que nuestra salvación debe ser conquistada cada día, porque nunca tendremos la plena seguridad de ser verdaderamente salvos hasta el día del juicio; cuando Dios, según nuestras obras, nos juzgue. ¡No por las obras! Dirán entonces los unos que observan con el ojo diestro, mientras los otros, los del siniestro ojo, han de confirmar, y a voz de cuello, que las obras ayudan.
¿Y la gracia? ¿Dónde dejamos la gracia?