Muertos
y resucitados con Cristo
Mateo 28:19
Vayan,
pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos;
bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo, (20) y
enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo
estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. (Dios habla hoy)
Una
reseña
El bautismo es un rito de origen
precristiano, era, y desde épocas remotas, bien conocido por el pueblo
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Este es mi Hijo Amado... |
judío, pues
fue utilizado en sus ceremonias de purificación destinadas a los paganos que se
convertían al judaísmo.
Juan
el Bautista lo utilizó como una señal de arrepentimiento del pecado de los
hombres hacia Dios, en tanto predicaba sobre la llegada del que vendría detrás
de él, quien los bautizaría con el Espíritu santo y con fuego; (el Mesías) más
tarde, después de la muerte y resurrección de Jesús, de ser un simple rito de
penitencia, se transforma en la figura de nuestra muerte y resurrección junto
con Él y el paso a una nueva vida como parte del pueblo de Dios.
En Romanos capítulo 6,
versos 3 al 13 inclusive, leemos:
Ustedes
bien saben que, por medio del bautismo, nos hemos unido a Cristo en su muerte. (4) Al ser bautizados, morimos y somos sepultados con él; pero morimos
para nacer a una vida totalmente diferente. Eso mismo pasó con Jesús, cuando
Dios el Padre lo resucitó con gran poder. (5) Si al bautizarnos
participamos en la muerte de Cristo, también participaremos de su nueva vida. (6)
Una cosa es clara: antes éramos
pecadores, pero cuando Cristo murió en la cruz, nosotros morimos con él. Así
que el pecado ya no nos gobierna. (7)
Al morir, el pecado perdió su poder sobre nosotros. (8) Si por medio del bautismo morimos con Cristo, estamos seguros de que
también viviremos con él. (9)
Sabemos que Jesucristo resucitó, y que nunca más volverá a morir, pues la
muerte ya no tiene poder sobre él. (10)
Cuando Jesucristo murió, el pecado perdió para siempre su poder sobre él. La
vida que ahora vive, es para agradar a Dios. (11) De igual manera, el pecado ya no tiene poder sobre ustedes, sino que
Cristo les ha dado vida, y ahora viven para agradar a Dios. (12) Así que no dejen que el pecado los
gobierne, ni que los obligue a obedecer los malos deseos de su cuerpo. (13) Ustedes ya han muerto al pecado, pero
ahora han vuelto a vivir. Así que no dejen que el pecado los use para hacer lo
malo. Más bien, entréguense a Dios, y hagan lo que a él le agrada.