Oíd pueblo esta, mi visión
Yo, el ungido, profeta y apóstol por revelación directa del Señor, dormía, cuando
una poderosa voz (semejante al ruido de cuando se viene abajo una estantería repleta
de platos y ollas), me llamó por mi nombre; sobresaltado desperté, no sé si por
la voz que me había llamado o el barullo de tantos platos y ollas caídos junto
con la estantería. A los pies de la cama vi a uno semejante a un ángel
esplendoroso, lo sé porque se parecía demasiado a uno de esos ángeles pintados
por Rafael, El Greco o Botticelli.
— ¿Quién eres tú? —pregunté restregándome los ojos y después de bostezar—
No son horas estas de aparecerse así como así a los pies de la cama de nadie.
El alguien semejante a un ángel, sonrió.
—Si quieres manda a que me vaya, pero te quedarás con la duda del motivo de
esta, mi sobrenatural aparición…